La felicidad molesta a quién no la tiene, cuestión de envidia. En la base de muchas acciones contra la vida se encuentra el fracaso personal en el uso de la libertad, el esfuerzo molesta casi mas que la ausencia de felicidad. Es muy fácil arrastrar por estos senderos a las personas sin formación sólida en momentos complicados de la su historia. En cuanto dependa de ti hazte el propósito de ser un buen espejo de la felicidad que estimule al esfuerzo y sin envidias.Casi un 30% de las que abortan subvencionadas lo lamentan o dicen que "iban confundidas"
España es el único lugar de occidente donde la propia administración fomenta el aborto ilegal.
El hecho de que en los hospitales públicos se lleven a la práctica un número mínimo de abortos del total de los realizados, del orden del 3%, no obedece, como se dice, a la existencia de una aplastante mayoría de médicos que hagan objeción de conciencia, sino al procedimiento establecido de realizar sólo aquellos abortos que claramente puedan demostrarse que responden a los supuestos previstos en la legalidad vigente.
Todos los demás son desviados a las clínicas abortistas, incluso nominalmente, y se las orienta para que puedan recibir subvención para acudir a estos centros privados.
En ningún caso se les presenta la reflexión de la presunta ilegalidad de su petición, y ya no digamos, sobre la conveniencia o no de abortar. De esta manera, la sanidad pública transfiere a las clínicas privadas todos los casos dudosos, que son la inmensa mayoría.
Como las clínicas son empresas, sociedades anónimas o limitadas, y por consiguiente funcionan bajo criterios de lucro mercantil, el aborto tiene un coste capaz de generar el correspondiente beneficio empresarial.
Para que este coste resulte menor existe la asociación Salud y Familia, que recibe dinero de la administración pública tanto del gobierno central como autonómico. La lectura de su Memoria 2006 a la que se puede acceder desde Internet, es reveladora.
El 81% de las encuestadas, según figura en la propia Memoria, consideran que ha sido muy fácil conocer de dicha asociación. Tanta facilidad para una entidad perfectamente desconocida para la mayoría, responde a que son los canales de las administraciones públicas los que dirigen el flujo de usuarias.
Resulta sorprendente que en una cuestión de aportación de dinero, el 74% considere que la ayuda económica que han percibido es la que esperaba o más de la esperada. En otras palabras, se trata de una actividad bien dotada con el dinero de todos.
Hay en la encuesta una pregunta que es perfectamente definidora de la estrecha articulación entre administración pública, financiación pública de los centros privados y mujeres en situación de abortar. Dice así: “¿el dinero que pagó en la clínica coincide con la cantidad que le dijo la asistente social de la asociación Salud y Familia?”.
Por otra parte la encuesta permite constatar que para el 25%, una de cada cuatro mujeres, la intervención fue muy o bastante dolorosa, lo cual desmiente por la vía de hechos la trivialidad con que se presenta el aborto.
Así mismo, más del 30% afirma que ha tenido malestar psíquico o psicológico con posterioridad al aborto, lo que constata una vez más la importancia del trauma que ocasiona y que está desaparecido, censurado, en todas las informaciones sobre este tema.
Gravísimo resulta que un 22% de las mujeres que han abortado declare que estaba confundida delante de la decisión a tomar y a pesar de ello el sistema la ha impulsado a esta acción irreparable, dolorosa y de efectos traumáticos en muchos casos.
Un 6% afirma que “incluso ahora me siento mal por haber tomado esta decisión”, es decir después de haber abortado.
Por consiguiente casi un 30% de mujeres que han abortado subvencionadas, podía no haberlo hecho si hubiera habido una información que presentara más alternativas que no sólo la de matar a un nonato.
España es el único lugar de occidente donde la propia administración fomenta el aborto ilegal.
El hecho de que en los hospitales públicos se lleven a la práctica un número mínimo de abortos del total de los realizados, del orden del 3%, no obedece, como se dice, a la existencia de una aplastante mayoría de médicos que hagan objeción de conciencia, sino al procedimiento establecido de realizar sólo aquellos abortos que claramente puedan demostrarse que responden a los supuestos previstos en la legalidad vigente.
Todos los demás son desviados a las clínicas abortistas, incluso nominalmente, y se las orienta para que puedan recibir subvención para acudir a estos centros privados.
En ningún caso se les presenta la reflexión de la presunta ilegalidad de su petición, y ya no digamos, sobre la conveniencia o no de abortar. De esta manera, la sanidad pública transfiere a las clínicas privadas todos los casos dudosos, que son la inmensa mayoría.
Como las clínicas son empresas, sociedades anónimas o limitadas, y por consiguiente funcionan bajo criterios de lucro mercantil, el aborto tiene un coste capaz de generar el correspondiente beneficio empresarial.
Para que este coste resulte menor existe la asociación Salud y Familia, que recibe dinero de la administración pública tanto del gobierno central como autonómico. La lectura de su Memoria 2006 a la que se puede acceder desde Internet, es reveladora.
El 81% de las encuestadas, según figura en la propia Memoria, consideran que ha sido muy fácil conocer de dicha asociación. Tanta facilidad para una entidad perfectamente desconocida para la mayoría, responde a que son los canales de las administraciones públicas los que dirigen el flujo de usuarias.
Resulta sorprendente que en una cuestión de aportación de dinero, el 74% considere que la ayuda económica que han percibido es la que esperaba o más de la esperada. En otras palabras, se trata de una actividad bien dotada con el dinero de todos.
Hay en la encuesta una pregunta que es perfectamente definidora de la estrecha articulación entre administración pública, financiación pública de los centros privados y mujeres en situación de abortar. Dice así: “¿el dinero que pagó en la clínica coincide con la cantidad que le dijo la asistente social de la asociación Salud y Familia?”.
Por otra parte la encuesta permite constatar que para el 25%, una de cada cuatro mujeres, la intervención fue muy o bastante dolorosa, lo cual desmiente por la vía de hechos la trivialidad con que se presenta el aborto.
Así mismo, más del 30% afirma que ha tenido malestar psíquico o psicológico con posterioridad al aborto, lo que constata una vez más la importancia del trauma que ocasiona y que está desaparecido, censurado, en todas las informaciones sobre este tema.
Gravísimo resulta que un 22% de las mujeres que han abortado declare que estaba confundida delante de la decisión a tomar y a pesar de ello el sistema la ha impulsado a esta acción irreparable, dolorosa y de efectos traumáticos en muchos casos.
Un 6% afirma que “incluso ahora me siento mal por haber tomado esta decisión”, es decir después de haber abortado.
Por consiguiente casi un 30% de mujeres que han abortado subvencionadas, podía no haberlo hecho si hubiera habido una información que presentara más alternativas que no sólo la de matar a un nonato.
Por cierto todos nosotros podemos ser canal de información en el momento mas insospechado, basta con no rechazar ciertas conversaciones y expresar con sentido cristiano nuestras opiniones siempre y en todo lugar.
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