Madera de Zapatero,retrato de un presidente (RBA Editores).

"Tengo que ser claro .Y en la medida en que he ido evolucionando y madurando, creo que la religión mas auténtica es el hombre.Es el ser humano y no Dios el que merece adoración".

Después de esto no nos queda la menor duda. Educación para la Ciudadanía NO.

Benedicto XVI . Spe Salvi ( salvados en la esperanza )

"la situación de las realidades humanas depende en cada generación de la libre decisión de los hombres que pertenecen a ellas"

domingo, 2 de diciembre de 2007

El que avisa no es traidor. El que pica , pica

Se engaña quien quiere ..... incluso con la propia cola .

Estas palabritas son del escritor de la obra :Pullman, en su página web, sentencia con ironía: "No sé si existe Dios o no. Nadie lo sabe, digan lo que digan (...) Si se mantiene invisible, es porque está avergonzado de sus seguidores y la crueldad e ignorancia delas que hacen uso en su nombre. Si fuera él, yo no querría tener nada que ver con ellos". Pues nada , como ves un libro excelente de una excelente persona y la película está en consonancia. Un lujo.

Dirección y guión: Chris Weitz.País: USA.Año: 2007.Duración: 110 min.Género: Fantasía, AventurasInterpretación: Dakota Blue Richards, Nicole Kidman, Daniel Craig, Sam Elliott, Eva Green, Ian McKellen, Tom Courtenay, Ben Walker, Simon McBurney, Jim Carter, Clare Higgins, Jack Shepherd, Magda SzubanskiProducción: Bill Carraro y Deborah Forte. Música: Alexandre Desplat.Vestuario: Ruth Myers.Fotografía: Henry Braham.Estreno en España: 5 Diciembre 2007.


SINOPSIS
Lyra Belacqua es una joven huérfana que vive en un mundo paralelo en el que nunca está sola. Ella va a todas partes con su daimonion, un pequeño animal, siempre cambiante llamado Pantalaimon. En otros mundos, el alma reside dentro del cuerpo de las personas, oculta y en silencio, pero en el mundo de Lyra, el daimonion, o alma, es un compañero de por vida. Sin embargo, el mundo de Lyra está cambiando. El supremo cuerpo de gobierno llamado "El Magisterium" está apretando sus garras contra la población. Su oscura maniobra ha dado lugar a una erupción de secuestros de niños por una fuerza misteriosa llamada los Gobblers (Zampones). Lyra emprende un viaje misterioso en búsqueda de un amigo suyo que ha sido secuestrado en el que inesperados amigos y el aletiómetro, un instrumento que le permite ver la verdad y que nadie más puede usar, la ayudarán.



CRITICAS
[Juan Orellana]
Precedida de inusual polémica electrónica, llega la adaptación del primer libro, Luces del norte (1995), de la trilogía La materia oscura (His Dark Materials) del británico Philip Pullman, un autor que dice polemizar contra el fundamentalismo religioso, pero que a nadie se le escapa que se refiere a las iglesias cristianas en general y a la católica en particular. Pullman hace gala de una rica imaginación que enseguida se ve traicionada por sus propios prejuicios ideológicos. Como afirma con mucho acierto Luis Daniel González: “Es como si Pullman arremetiese contra un enemigo que se ha fabricado él mismo a base de sus propios prejuicios e incomprensiones”. Si en su saga literaria son muy evidentes las referencias antirreligiosas, especialmente adoctrinadoras en la tercera entrega (El catalejo lacado, 2001), en esta primera versión cinematográfica de Chris Weitz se amortiguan bastante las analogías paródicas, aunque las hay, como veremos enseguida.
La película se inicia con una explicación cosmogónica, a caballo entre el materialismo y el gnosticismo, y ofrece una cosmovisión muy forzada de mundos paralelos que se entrelazan a través de un polvo cósmico que constituye el “macguffin” argumental. Hay muchos universos en los que se conjugan diversas formas de vida, al estilo de las distintas regiones de la Tierra Media de Tolkien. Así, encontramos por ejemplo una raza de animales, los “daemons”, que representan el alma libre y cambiante de los niños. Los “daemons” cambian de aspecto sin parar hasta que los niños dejan de serlo y se vuelven adultos. Entonces ya no mutan más. Pero los niños tienen unos temibles enemigos, los “devoradores”, que les secuestran y les apartan definitivamente de sus “daemons”, es decir les privan de su condición infantil. Estos malvados sabuesos trabajan a las órdenes del Magisterium, un Poder hermético que desde hace siglos domina las conciencias y persigue las herejías y los avances científicos. Al lado de los niños, como defensores, están los “gipcios”, una especie de gitano-piratas que encarnan los valores positivos del film, así como las brujas, que en esta ocasión son buenas.
Hecha esta descripción somera de razas y especies, el argumento se centra en Lyra Belacqua (Dakota Blue Richards), que es una niña que vive en el Jordan College de Oxford, acompañada de su fiel “daemon”, y de su tío, Lord Asriel (Daniel Craig), un científico de ideas avanzadas. Hay un tabú en esa escuela del que no se puede hablar: el antedicho Polvo, que es precisamente lo que ha investigado Asriel, y lo que persigue el Magisterio. Cuando Lyra es invitada por la señorita Coulter (Nicole Kidman) a hacer un viaje al Polo, descubre la terrible verdad: sus compañeros de colegio están siendo secuestrados y privados de su alma por órdenes del Magisterium. Lyra intentará salvarles y para ello contará con la ayuda de los gipcios, el Oso acorazado de Svalbard y el “alethiometro”, una brújula dorada que siempre dice la verdad.
Las referencias al catolicismo en el film parecen claras, o ¿es que es casual que el Poder maligno que quiere arrebatar la niñez de los chavales se llame Magisterium? ¿y lo es que sus representantes lleven al cuello una especie de pectorales episcopales? ¿acaso el miedo a los avances científicos no recuerda a todos los tópicos sobre la Iglesia y la ciencia? ¿Por qué en la fachada de una de las sedes de los malvados se ven unas pinturas que recuerdan a iconos e imágenes de los apóstoles? Hay otros elementos más discutibles pero que algunos interpretan también en clave paródica: la posible semejanza entre el Palacio del Magisterium y San Pedro del Vaticano, el uniforme de las guardianas de los niños secuestrados y su evocación de la indumentaria de ciertas religiosas, los soldados que hacen guardia en el Palacio y que recuerdan a la guardia suiza y a los que se les pone tricornio ,... En realidad, si obviaramos todos estos elementos, la película podría aplicarse a la educación para la ciudadanía o a cualquier veleidad totalitaria: un poder político que quiere controlar las conciencias de los niños y homologarlos por el mismo rasero para hacer “ciudadanos” dóciles e institucionalizados. En cualquier caso, si hay guiños anticatólicos en el film, estos mueven a la risa por su manifiesta estupidez, y a ningún niño que tenga una experiencia sana de Iglesia se le puede ocurrir relacionarlos con ella. Literariamente Pullman envuelve su novela en una atmósfera fantástica y decimonónica que a muchos recordará a Tolkien, Lewis, o a la moderna J. K. Rowling, pero en realidad su trilogía es precisamente el “anti-Narnia”, en el sentido que quiere dar la vuelta a todos los presupuestos antropológicos y metafísicos de las novelas de Lewis, e incluso de Tolkien. Desde el punto de vista formal, el cineasta se basa en una atractiva estética retrofuturista, elaborada con elementos de muchas películas pretéritas, desde la lejana Metrópolis de Fritz Lang (1927) a las modernas Sky Captain (Kerry Conran, 2004), Steamboy (Katsuiro Otomo, 2004) o El castillo ambulante (Hayao Miyazaki, 2004). Temáticamente la película tiene mucho paralelismo con la versión de El planeta de los simios rodada en 1968 por Franklin J. Schaffner, con sus diatribas entre una ciencia herética que busca la verdad y el Poder ortodoxo que controla al pueblo con miedo y superstición.
Aunque el film tiene momentos brillantes de acción y efectos digitales, funciona mucho peor que cualquier cinta de Harry Potter, es más deslabazada, y para los espectadores más jóvenes -destinatarios del producto- resulta muy confusa en sus desarrollos iniciales. Sin duda el personaje de Lyra está interpretado con vigor y soltura por la joven actriz, pero en el resto hay demasiado corsé, y la cinta no fluye ni engancha como debiera, quedando por debajo de las otras producciones con la que le hemos comparado. En resumidas cuentas: para quien esté al tanto del asunto, la película no ofrecerá dudas sobre sus referentes antirreligiosos; para el despistado será una película más de magia, malos y buenos; para todos, será una cinta entre entretenida e indiferente, y bastante fácil de olvidar.



La Teología de la Brújula
[Hildy Johnson. Decine21.com]
Una de las películas más esperadas para las fiestas navideñas es La brújula dorada, título de corte fantástico basado en el primer libro de una trilogía, “La materia oscura” y, oh, casualidad, producido por New Line Cinema, la responsable de adaptar una popularísima, la de “El Señor de los Anillos”. Se trata de una peli con niña protagonista, mucha magia y brujería, donde se prometen 1.100 efectos especiales diferentes, y con un presupuesto de 125 millones de euros. O sea, con sus impulsores desean que la peli triunfe en taquilla “como sea” entre un público familiar amplio.
Pero ese “como sea” choca con un pequeño problema. El autor de la trilogía, Philip Pullman, es un ateo declarado que, a la hora de crear su mundo fantástico, mezcla elementos del cristianismo, de la ciencia y de la filosofía de Nietzsche en un “totum revolutum” que algunos considera antirreligioso, y por matizar más, anticristiano.
Desde luego a nadie que se gasta 125 milloncejos le apetece que un amplio sector del público pueda rechazar la película, por el motivo que sea, religioso, o porque se atreva a poner en duda el cambio climático, por poner otro poner. Así que los chicos de New Line ya están diciendo que de “antirreligiosa”, nada de nada, que la peli es sobre todo una gran aventura, un relato de heroísmo y bla, bla, bla… Aunque eso sí, luego tienen a los fans de “La materia oscura”, a los que les dicen que “tranquis”, que nada se pierde del original, que la fidelidad es asombrosa, y por si acaso, se traen al Pullman ese, para que lo corrobore.
La trama de la película habla de unos villanos conocidos como “El Magisterio”, y que en el libro son más claramente identificados como “La Iglesia”, que secuestran niños para robarles el alma y descubrir la verdadera naturaleza de unas partículas conocidas como “Polvo”. Las posiciones de Pullman son bien conocidas, aunque ahora trata por lo visto de recular afirmando que su obra sólo ajusta cuentas con “la naturaleza fundamentalista y que interpreta las cosas literalmente del poder absoluto” y con “los que pervierten y usan mal la religión o cualquier otro tipo de doctrina con un libro santo, un sacerdocio y un aparato de poder con autoridad indesafiable, para dominar y suprimir la libertad humana”. Por supuesto, el novelista no afirma ni niega explícitamente que esté aludiendo a la Iglesia católica u otras confesiones cristianas en “La materia oscura”.
El director Chris Weitz, que se define como “católico en desuso y criptobudista”, no sé si en serio o en broma, dice que ha introducido cambios en el film para que no se perciba antirreligiosidad por ninguna parte. Y la católica Nicole Kidman, una de las actrices importantes del film, afirma que “la Iglesia católica es parte esencial de mi vida. No habría hecho este film si creyere que es anticatólico”. En fin, la polémica está servida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Pelicula anticatólica?

hay otras formas de pensar en un colegio

hay otras formas de pensar en un colegio
Aviso a todos. Hay un número superior a las estrellas del cielo en esto de ser buenos padres y hacer excelentes familias. Se ruega no ser tacaños y darnos a los demas la oportunidad de conocer todos esos trucos que funcionan.